Apoyo de inteligencia de EE.UU. a Ucrania: un par de lecciones.

En un reportaje del 26 de abril, el medio NBC News da cuenta del vital apoyo en inteligencia que EE.UU. le proporciona a Ucrania para enfrentar la agresión de Rusia[1]; en él hay varios elementos interesantes que, desde mi perspectiva, son destacables.

Lo más evidente es que tal recurso, Inteligencia, ha resultado crucial para la efectiva defensa por parte de Ucrania, pues no solo ha posibilitado desplegar y mover sus defensas antiaéreas de una forma que ha impedido que Rusia logre la superioridad aérea, sino que además le ha permitido actuar efectivamente sobre blancos rusos al conocer claramente su despliegue.

Agrega el artículo, citando fuentes de la inteligencia estadounidense, que la clave del apoyo ha sido el poder traspasar oportunamente a los mandos ucranianos inteligencia estratégica y táctica relevante, lograda tanto por la profundidad de los accesos de sus medios especializados, como por la capacidad de monitorear casi en tiempo real todos los movimientos del espacio de batalla a través de sus medios operacionales y tecnológicos[2].

No extraña entonces, por ejemplo, el despliegue constante de los Global Hawks de la fuerza aérea de EE.UU. en el Mar Negro en patrones de vuelo que claramente muestran la ejecución de misiones  de vigilancia que, ahora, podemos suponer proporcionaban información vital de los movimientos de la marina rusa en el área, de hecho, quizás esos datos fueron cruciales para el exitoso ataque al crucero Moscú.

De FlightRadar24

Otro elemento que me llamó especialmente la atención es el comentario del ex Director interino de la CIA John McLaughlin, cuando indica que los ucranianos han hecho un sistemático y efectivo empleo de la inteligencia de fuentes abiertas (OSINT), pues ello permitiría que los medios de búsqueda más especializados se concentren mejor en la explotación de las fuentes clasificadas.

Lo anterior no es un dato menor si se toma en cuenta que muy probablemente más del 80% de la información procesada por un servicio de inteligencia provenga de fuentes abiertas, a lo que hay que agregar que actualmente su volumen podría ser inmanejable y con una tasa de ruido que demanda un trabajo de análisis dedicado, acucioso y que, casi siempre, requiere apoyo de herramientas de análisis masivo.

Lo anterior es un potente recordatorio e incentivo para fomentar la colaboración público-privada en materia de inteligencia, más aún cuando no solo los recursos financieros son escasos, sino que también los especialistas y las herramientas especializadas. En esto no hay que ser escépticos,  un sistema de inteligencia nacional, por ejemplo, solo puede beneficiarse al incorporar el sector privado en funciones de recolección y análisis de datos; de hecho, son numerosas las empresas en el mundo, en Chile también, dedicadas a la búsqueda, colección y análisis de información de fuentes públicas o abiertas empleando el marco metodológico de la actividad de inteligencia, muchas de las cuales tienen como clientes agencias gubernamentales.

Es más, aun cuando eventualmente un servicio de inteligencia tuviera la capacidad de recolectar toda la información a la que tiene acceso,  muchas veces carecen en número o competencia de analistas específicos o bien, de sistemas de procesamiento especializados. En este caso, tanto la academia como empresas pueden poner a disposición de una agencia de inteligencia recursos humanos o tecnológicos para desarrollar análisis demandantes, permitiéndoles a sus agentes dedicarse a tareas operativas o clasificadas en las que no puedan ser reemplazados.

Demás está decir que en otras latitudes este es un modelo ampliamente utilizado no solo por agencias gubernamentales, sino que también por las empresas que han incorporado la función de inteligencia en sus actividades ya sea de manera interna o externalizada (de estas, unas pocas también hay en nuestro país).

Para finalizar dos reflexiones:

1.- La función de inteligencia muchas veces es mal mirada, en no pocas ocasiones sus especialistas menospreciados y, cuando todo está tranquilo, suele descuidarse o reducir; sin embargo, su carencia se hace evidente cuando surgen las crisis o campea la incertidumbre, situaciones en las que la buena Inteligencia es fundamental.

2.-  La actividad de OSINT ha demostrado ser funcional en lo operacional, sin embargo, la sobreabundancia de información no hace fácil su colección y análisis; debido a esto, resulta no solo atractivo sino que conveniente (con observancia de las limitaciones legales claro está), que las agencias gubernamentales se apoyen en las competencias y capacidades existentes en los ámbitos académico o privado.

Gracias por visitar el blog.


[1] https://www.nbcnews.com/politics/national-security/us-intel-helped-ukraine-protect-air-defenses-shoot-russian-plane-carry-rcna26015

[2] Solo como anécdota y guardando las proporciones, me recuerda lo anterior una conversación de hace algunos años con otro especialista en inteligencia naval (aun en servicio), en el que yo planteaba la relevancia de priorizar las tecnologías para monitorear persistentemente al adversario; recuerdo en especial su reacción burlona, casi de bufón, al señalar con aspavientos que tal cosa era imposible pues equivalía a «querer ser dios para observarlo todo». La verdad, evidentemente la omnipresencia es imposible, pero en esa época tampoco era difícil prever que la vigilancia estratégica multidimensional, persistente y profunda no puede dejar de ser una aspiración de un servicio de inteligencia moderno; pero bueno, él no lo veía así, aunque no me extraña conociendo su característica aversión a esforzarse.

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